lunes, 26 de abril de 2010

GANADOR / sobre viajero nº 4


Sobre viajero nº 4: "Todo tiene su principio"

Con un título obligatorio y una manera original de crear una historia a su alrededor, Dreamy y Yandros se han hecho con la victoria empatando a 9 puntos el vuelo de sus mariposas. Así que esta vez tenemos dos pequeñas joyas para deleitarnos.
Disfrutadlos.




Donde mueren las mariposas


Permanecía sentada al lado de su cama desde hacía más de una semana. A menudo le hablaba y le contaba momentos de su vida juntos. Otros, simplemente callaba y le observaba, escuchando el leve ruido del respirador y el monitor. Esos sonidos eran como una especie de cantinela, un murmullo de su interior. Al principio ese rumor la atormentaba. Era el sonido del sufrimiento, del dolor. El recuerdo del momento que, por un descuido que tuvo el conductor del coche que le adelantaba, hizo que el de Rubén saliese despedido de la calzada. Era el sonido de la soledad y el desamparo; pero también de la espera y de la esperanza.

Recuerdo una vez, cuando era pequeña, que llegó a casa con una caja de zapatos llena de gusanos de seda. Eran minúsculos y raquíticos. Todos los días se iba en busca de hojas de morera, con su caja a cuestas. Allí donde iba ella, se llevaba sus gusanos. Los sacaba de la caja, se los ponía en la mano, los colocaba en fila... Alguna vez la encontré con el brazo lleno de gusanos, “ ¡Son pulseras vivientes, mamá, mira!" Me decía.

Poco a poco, cada gusano fue haciendo su capullo. Le expliqué que de ahí se sacaba la seda, y ella se quedó maravillada. Dijo que eran los animalillos más fantásticos del mundo. No le conté que cuando se abriera el capullo, el gusano se habría convertido en mariposa, quise mantener la emoción para que se llevase una grata sorpresa.

El día que abrió la caja y se encontró tres mariposas revoloteando, tiró la caja por los aires y se puso a gritar como una loca. Por más que lo intenté, no supe cómo consolarla. Me sentí culpable por no haberla advertido, olvidé que quizás era demasiado pequeña. Dijo que odiaba a las mariposas, que eran insectos asquerosos con alas y que se habían comido a sus gusanos. Más tarde, comprendería la verdad, y nos reiríamos millones de veces recordando esta historia.

Siendo ya una adolescente, observé que todavía les guardaba rencor a las mariposas. Nunca lo admitiría, pero era acercarse una, por muy blanca y bonita que fuese, y Marta salía despavorida como si de una avispa se tratase.

Tenía diecisiete años cuando llegó a casa un día, muy eufórica y me contó que miles de mariposas revoloteaban en su estómago. Rubén, un chico de su clase, era el dueño de todas ellas.

El día que Marta le contó a Rubén su efímera historia con los gusanos de seda y su atropellado encuentro con las mariposas, este, no pudo parar de reír. Al día siguiente, Marta se presentó en casa con una mariposa de papel, en la mano, que él le había fabricado. No dejaba de observarla, embobada, parecía como si creyese que en cualquier momento echaría a volar. Quizás ya lo hacía por dentro, en su corazón.

Durante todos estos años, Rubén le ha ido regalando mariposas de papel, casi me atrevería a decir que una por mes, de todos los colores, tamaños y texturas. Más de cincuenta mariposas que ahora reposaban en una caja, en una habitación de hospital, sobre su regazo, esperando a que él despertase y poder retomar su vuelo.

Yo no me atrevía a romper ese silencio, me limitaba a permanecer a su lado callada. Hay dolores del alma que ni siquiera una madre puede calmar. La mía, discordando con la suya, rebosaba de felicidad. Hubiese querido no sentirme así y compartir más parte de su sufrimiento, pero en mi corazón prevalecía la dicha de no haberla perdido, de que ese trágico día el destino hubiese tenido otros planes para ella y hubiese decidido que no montase en el coche de Rubén.

El día que él despertó, ella se había quedado dormida, sentada a su lado, como siempre, con su caja de mariposas en el regazo. Fue la madre de Rubén la que se dio cuenta, nos abrazamos, lloramos, gritamos, llamamos a las enfermeras. Rubén nos observaba como hipnotizado, asustado. Los médicos desalojaron la habitación, querían hacerle un examen.

Quiso el destino ese día, romperle el alma a Marta en mil pedazos. Nunca la había visto tan desolada, ni siquiera cuando le dijeron que había entrado en coma, ahí al menos, le quedaban esperanzas. Cuando los médicos nos comunicaron el parte, Marta no pudo más, se acercó a Rubén que la miraba fijamente, le dio un beso en los labios, puso la caja en la cama, a su lado, sacó la primera mariposa que le regaló y posándola en su mano le dijo “Algún día, a pesar de lo que dicen los médicos, puede que vuelvas a sentir sus alas en tu corazón”

Al salir del hospital, compró un ramo de flores y me pidió que la llevara al lugar del accidente. Le dije que eso no estaba bien, que Rubén no había muerto, tan sólo habían muerto sus recuerdos. “No son para Rubén, mamá, son para las mariposas”

Ironías de la vida, cuando nos bajamos del coche, y nos acercábamos al sitio del accidente, mientras yo observaba algunos restos de cristales que se habían quedado olvidados en el suelo, Marta observaba el ramo de flores que llevaba abrazado, con mucha atención. Una mariposa blanca se había posado en una de ellas. Esta vez no se asustó, no gritó. Esta vez sonrió, la contempló y lloró. Quiso el destino, tal vez, devolverle la esperanza.


Dreamy



Donde mueren las mariposas



Las normas dejan de tener sentido cuando las contemplas desde la desesperación. Supongo que muchos lo han intentado antes que yo, pero la fuerza de la esperanza debilita la razón. Una pequeña luz, un destello lejano en medio de esta oscuridad indescriptible es todo lo que necesito para seguir caminando. Estoy vigilado, pero me siento más listo que ellos, más fuerte que todos, invencible, indestructible…
Hace décadas que se restringieron los viajes al pasado, siendo ahora reductos de una época dorada en la que el ser humano viajaba a contemplar la verdad de la historia. Visto desde la retrospectiva que nos brinda el presente, el ser humano fue muy ingenuo al suponer que la posibilidad de volver a vivir el pasado no supondría un paso atrás para la humanidad; las personas no dejaban atrás sus recuerdos, querían revivir una y otra vez aquellos momentos felices con sus familiares y amigos, querían recrearse una y otra vez en un pasado muerto. El ser humano necesita seguir adelante, y es la distancia en el tiempo la que pule nuestros recuerdos para que sus aristas no sigan desgarrando los hilos de nuestra alma.
Muchos intentaron saltar la barrera, trastocar el pasado, influir en él a pesar de la campaña de concienciación social y la multitud de ejemplos gráficos que mostraban las catastróficas consecuencias de modificar el pasado. “El batir de las alas de una mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del mundo” era una frase acuñada en la sociedad Pretemporal para describir una de las premisas fundamentales de un sistema caótico. Cualquier variación en las condiciones iniciales de un sistema caótico puede implicar que el sistema evolucione de forma totalmente diferente.
La humanidad no estaba preparada para viajar sin dolor por la escala temporal, y quedaba anclada en sus recuerdos, de una forma mucho más viva que en cualquier otro momento de la historia. Los intentos de saltar la barrera energética que separaba el observador de la realidad muerta se multiplicaban, y no hubo más remedio que restringir el acceso tan sólo para estudios históricos de vital importancia…
Me ha costado quince años. Estudiar Historia, hacer el Doctorado, crearme una fama mundial, una reputación intachable, mientras estudiaba Ingeniería Temporal. Todos creen que soy un genio pero la gente no sabe de lo que es capaz el ser humano cuando tiene un objetivo claro. Lo abandoné todo para alcanzar mi meta.
Aún la sigo recordando como el primer día. Y sin necesidad de viajes temporales escucho el eco de su risa melódica en mi cabeza, la luz de sus ojos perfora mi alma herida, que no ha dejado de sangrar. La esperanza de recuperarla se hace más fuerte porque mi lógica, ahora irónicamente irracional, me dice que el destino no debe ser tan cruel como para permitirme llegar hasta aquí sin recompensa. Tiemblo sólo de pensar en escuchar palpitar de nuevo su corazón junto al mío. No me importan las consecuencias; ella murió en el tiroteo que por accidente sesgó su vida cuando perseguían a aquel viajante temporal. El último que intentó saltar una barrera temporal.
Nadie la recuerda. Los “daños colaterales” son rápidamente olvidados, pero sus ojos vidriosos antes de morir aún estrujan mi corazón hasta exprimir la última gota de sangre, su último suspiro entre mis brazos aún perdura en mi recuerdo, aislándome de toda realidad y día tras día me he levantado con la misma esperanza; volver a escuchar su voz, volver a sentir su aroma, su aliento, sus besos. Cada día me he levantado con la esperanza de volver a vivir y abandonar este oscuro sendero de eterno dolor.
No temo al caos. Me he convertido en un ser egoísta e irracional. No me importa que una insignificante mariposa acabe con la humanidad si con ello vuelvo a escuchar su voz. Estoy frente a la barrera temporal generada para mi propio estudio, estoy en el instante antes del tiroteo y ya nos veo paseando despreocupadamente. Su risa, siempre su risa inocente y angelical...
Es el momento. Quince años para un segundo. Enciendo mi anulador de campos temporales y con la mano derecha apunto a la cabeza del francotirador. Quizás todo siga igual, quizás todo cambie…pero mi mariposa volverá a batir sus alas…

Yandros

8 comentarios:

Ángelicaladas dijo...

Felicidades!!!!! las mariposas no volverán a ser lo mismo para tí, seguro XDDDDDDDDDDDDDDDDD

Sara dijo...

Graciassss :)
¡Que ilusión me ha hecho!
Muchas gracias a mis compis del sobre, por no haberme dejado solita participando. He de reconocer que cuando leí sus relatos pasé "miedito"... ;)

Isi G. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Isi G. dijo...

Felicidades, nena^^ Nos ha tocados a todos la fibra con tu texto^^




PD: Soy La Petite Poupée xDD

Ángelicaladas dijo...

Felicidades a tí también de parte de tu institutriz favorita XDDDD.
Las mariposas yándricas no se me van a olvidar en la vida...
Y apara el siguiente nada de empates :S que me liaaaais jajajajjaja

Yandros dijo...

Y para remate se te ha olvidado poner que hay que escuchar "Endlessly", de Muse para captar plenamente el sentido del relato
Me estoy volviendo muy motherxeruh yo eh?
Lo siento Dremay, tendrás que compartirlo conmigo jajajaja

Sara dijo...

Encantada de compartirlo, Yandros :) faltaría más... La pena es haber sido tan rápida abriendo el siguiente sobre, me gustó mucho más el que abriste tú...

¡¡¡Muchas felicidades Yandros!!!

Ángelicaladas dijo...

Sara, eso no es culpa del que los abre si no de la institutriz malvada que los creó jajajjajaja