domingo, 28 de febrero de 2010

El diario de Noa: Comparando diarios

Comparando diarios

Es verdad que las comparaciones son odiosas y generalmente injustas, pero mi intención es hacer una reseña comparando la novela (de la que podéis leer la estupenda reseña de Gema por aquí) en la que se basó la película. Las comparaciones son odiosas, vaya, y en este caso en particular, mucho más.

La historia en sí es básicamente la misma. Los cambios son muy pocos y puntuales. Y, sin embargo, siendo una misma historia de amor, siendo los mismos los protagonistas, no lo parecen. Creo que la gran diferencia entre la película y la novela se podría resumir en una palabra: intensidad. Una la tiene, otra no. En mi opinión, el libro no tiene ninguna intensidad. Ese es su mayor error, ese y que el autor intente inyectarle emoción a base de palabras huecas y repetición de sensaciones que no dicen nada. Puede que sea también por la falta de empatía con sus protagonistas. Si no te interesan las personas que te han presentado, ¿cómo te vas a emocionar con ellas? Y, por el contrario, una de los atractivos de la película es que los personajes son de verdad: respiran. Comparando (otra vez) película y novela, he encontrado unas cuantas diferencias de planteamientos que creo que son lo que las diferencian en este punto.

En primer lugar la película utiliza, de un modo inteligente, el humor para llegar al público. El humor humaniza a los personajes y las situaciones. Se me ocurre un ejemplo muy concreto: el momento en que Allie y Noah se encuentran después de años de separación. En la película, la escena empieza con un monologo inverosímil de la pobre Allie, y la total perplejidad de Noah que, botella en mano, cree estar viendo espejismos. Trabándose con sus propias explicaciones y viendo que Noah no reacciona, Allie se acobarda, decide volver a entrar en el coche, da marcha atrás y se choca con una valla. En ese momento Noah comprende que es real y va a ayudarla. La escena termina con un “¿Quieres tomar algo?” y la afirmación de Allie. ¿Es una escena facilona? Pues sí, pero no se puede negar que sea efectiva. No recuerdo como se produce la misma escena en el libro. Mala señal.

Otra gran diferencia es que somos testigos en primera persona del nacimiento de la relación adolescente, que será el germen de la posterior. Me ha resultado curioso como en la novela narra todas las escenas (la feria, la playa…) y lo distintas que parecen. En la novela, Noah nos cuenta sus recuerdos, y creo que recordar que Allie también esboza alguna de estas escenas. En la película lo vivimos, y ayuda a que te encariñes con esos personajes, y que comprendas el dolor de la separación. Del otro modo, los recuerdos te enseñan el camino andado; y contar siempre es peor que vivir (puede que no siempre, pero diría que en este caso, sí).

Otra de las diferencias es la efectividad. La novela, aún siendo corta, se va por las ramas en detalles y, sobre todo, en repetición de tesis hasta la nausea. Las escenas se alargan hasta el infinito, pierden todo el ritmo y toda la tensión. La película, puede que por el mismo hecho de ser una película y ser más consciente del ritmo y el tiempo, es más rápida y más concisa y, sin comerse nada, llega más directamente y con el mensaje más intacto, mientras que en la novela, el mensaje (cuando lo hay) se pierde en palabrería. Se me ocurren dos ejemplos. El primero es la puesta sobre la mesa de la situación del Noah anciano. En la novela, es Noah quien te lo cuenta. En la película utiliza un recurso muy cinematográfico: llega un nuevo doctor y, claro, tiene que repasar el historial del paciente, en este caso, Noah. Le libra de una buena dosis de autocompasión al personaje y, en pocos minutos, te pone al día: Noah no está del todo bien. El otro ejemplo es el de las citas: en el libro la primera cita se alarga sin llegar a ningún sitio (si no recuerdo mal, todo se centra en la idea y repetición sin pausa de que Allie “vuelve a estar enamorada de Noah”, una de las ideas más infantiles del libro, y hay muchas) y se descubre lo de las cartas, en un anticlímax que era imposible hacer más frío; en la película el recurso de las cartas se guarda para la segunda cita, mientras que la primera es breve. Gracias a las cartas, llega la escena que es el clímax de la película, en una segunda cita más breve y menos obvia.

Y la que creo que es la mayor diferencia: los personajes. Buena parte de la culpa la tienen los actores, que están en estado de gracia toda la película, especialmente los jóvenes. Ryan Gosling y Rachel McAdams tienen una química que ya construye media película. Allie pasa más desapercibida en la novela, mientras que en la película conocemos a sus padres (otro punto a favor), su vida, sus aspiraciones y como Noah influye en ellas. El Noah de la película es mucho más salvaje (que también se traduce en más contraste con Allie), más irónico, más… atractivo. Tanto el joven, con su asalto en la noria de la feria, por ejemplo, como el mayor, interpretado por el gran James Garner. También el resto de personajes juegan su papel. La novela es casi un monográfico de Noah y Allie, sin nada externo que los defina, sin ningún punto de referencia. En la película hay más protagonismo de los amigos de Noah y Allie, de los padres de ella (tanto por su relación con su hija como con Noah), del padre de Noah (y su relación con Allie también)… hasta el propio Lon tiene cierto cuartelillo. La novela, aunque trata de salvarlo, trata de convertirlo en el malo del cuento (no entiende la pintura de Allie, no le hace caso…), cosa que le hace flaco favor a la historia. En la película es un tipo encantador, que se toma el descubrimiento de Noah con una reacción natural, aunque no melodramática.

Supongo que se puede resumir en que me creo la historia que me están contando, me creo a los personajes, sus razones y sus acciones; mientras que en el libro me cuesta más entenderlos y, lo que es mucho peor, no me interesa hacerlo.

Si has llegado hasta aquí te habrás dado cuenta de que toda la crítica es un canto de alabanzas a la película (no sé qué le dio a Nick Cassavetes, porque siempre me ha parecido un director mediocre; pero o estaba inspirado al rodar la película, o los actores estaban en estado de gracia o se había alineado los astros… pero la película le salió estupendamente); pero también tiene sus fallos, por supuesto. La visita de la vecina es un gran pegote, un intento de cerrar una trama que a mí, personalmente, no me interesó demasiado. Otro pegote es la historia de amor de su madre con otro hombre, una repetición de la historia de Allie y Noah, veinte años atrás; ganas de intentar humanizar a la madre de la chica, que me pareció innecesario. Tampoco me gustó el truco de que se llamar a Allie “Hanna” durante la mitad de la película: me pareció un truco barato para ocultar que son Noah y Allie los dos ancianos en el asilo.

Resumiendo. Es muy posible que no sea objetiva, porque me gusta la película, para qué voy a mentir, pero, si hay que comparar (y es lo que estoy haciendo yo), me quedo con la película. El libro trata de alcanzar (a través de frases hechas vacías de sentimiento) una profundidad que no consigue, mientras que la película reduce sus aspiraciones, centrándose tan solo en contar una historia de una manera natural y fluida, y, aún así, consigue mejor resultado. Consigue emocionar donde el libro causa indiferencia (en mí, claro); no solo en los puntos más dramáticos, sino también en los cómicos y en los tiernos. No se limita a explotar solo un nivel de la historia, como si hace el libro, plano en este sentido. Y entretiene con unos diálogos ágiles, unas reacciones naturales, unos personajes atractivos y unos actores que defienden más que bien el trabajo. Y eso es todo lo que le pido a esta película, que me entretenga, y, hasta la fecha, lo consigue cada vez que la veo. No puedo decir lo mismo de la novela.

jueves, 25 de febrero de 2010

La Gran Travesía: Historias de una muñeca (La Petite Poupée)

Recuerdos lejanos de una muñeca

¿Cuándo la conocí? ¿Cómo? A veces me lo pregunto, sobre todo cuando pienso en ella, cuando recuerdo su mirada tan limpia como el cielo despejado de una mañana de verano o cuando veo sus fotos, los únicos recuerdos nítidos que conservo de ella.

Como digo, no recuerdo cómo la conocí ni cuándo. Creo que la conocía de antes, que durante años y años la vi en mis sueños pasearse con el paso grácil y rápido con el que acostumbraba a recorrer el mundo. Sé que siempre la tuve presente, antes siquiera de notar su presencia, porque mi corazón sólo podía tener una forma, su forma. Estoy seguro de que no podía ser otra quien tanto me cuidaba incluso antes de conocerla, quien cada noche me mandaba un beso que yo recibía a través de las estrellas sin ni siquiera saber su remitente. No podía ser otra, tenía que ser ella.

Apareció en mi vida de pronto, un día cualquiera, como otros tantos del calendario. Era un día gris e impreciso, tan impreciso como cualquier otro de tantos que tiene el año. Realmente mi memoria no recuerda el día concreto. Ella tenía y tiene el don de caminar de puntillas por la vida para explorar todos los detalles, tocarlos con la punta del dedo y pasar como una exhalación de largo, sin que quede más que el recuerdo de su tacto o el leve roce de su falda.

Sólo puedo recordar pequeñas imágenes de ella, lejanas y borrosas, como si mi mente las estuviese borrando lentamente. Recuerdo instantes fugaces en que la descubría mirándome, con su carita de niña pequeña y su mirada siempre tan curiosa, examinándome de tal forma que creía que podía ver mi interior. Recuerdo que cuando me miraba y se daba cuenta de que nuestros ojos se encontraban, me miraba fijamente, sin parpadear, durante unos segundos. Luego, sonreía y retiraba la vista. Y siempre quise saber porqué lo hacía, porqué sonreía.

En cierto momento de mi vida, que sigo preguntándome cuándo ocurrió todo, ya formaba parte de ella. Pasó de ser una sombra difusa a ser una realidad palpable, algo más que un sueño hecho realidad. Fue algo tan gradual, tan lento, que no me di cuenta de ello. Pero ella ya formaba parte de mí, parte de mi vida. Ya se había hecho un hueco en ella y se había instalado, feliz y sonriente, como siempre.

Fueron tiempos felices. Ella era pequeñita y alegre y alegraba mis días con sus ocurrencias y su risa cantarina y fresca. Recuerdo el tacto de su piel con especial cariño, no hay nada más suave que ella, nada que se le parezca siquiera. Me encantaba el aroma de su piel, a moras, a frutos rojos. No he encontrado perfume que huela, ni lejanamente, tan bien como ella. Recuerdo sus mejillas sonrosadas en contraste con su piel de porcelana. Recuerdo sus ojos, siempre fijos en algo, siempre mirando. Nunca supe qué miraban exactamente.

Me arrepentiré siempre, siempre, de lo que le hice. Era perfecta, ¿cómo pude despreciarla? ¿Cómo pude rechazarla con el tiempo? ¿Cómo pude tratarla como si fuese una muñeca cualquiera? ¿Cómo pude desconfiar de ella? Aún me pregunto porqué lo hice, porqué con ella, porqué. Y sigo sin explicármelo.

Fue la primera vez que vi sus ojos nublarse y su sonrisa desaparecer. Mi muñeca, mi bella muñeca, mi pequeña de porcelana estaba herida. Y a partir de entonces no volvió a ser la misma.

Me disculpé, le dediqué canciones para demostrarle mi sincero amor, que la adoro por encima de todo. Sólo podía disculparme, decirle que la quería, poner el corazón en mi mano y disculparme de nuevo. Pero me miraba y callaba.

Fue cuando me di cuenta de que sus ojos siempre miraban al infinito, siempre. Fue cuando me di cuenta de que el roce de su falda era reconfortante cuando sus sonrisas no estaban. Fue cuando me di cuenta de que sus sonrisas volvieron, pero no estaban dirigidas para mí.

Entonces lo supe: mi muñeca era un espíritu libre. Mi muñeca se estaba alejando de mí, se iba. Y no podía hacer otra cosa más que arrepentirme de todo, pedirle disculpas de nuevo y notar como mi corazón se paraba día a día cada vez que recibía uno de sus silencios a modo de respuesta.

Donde quiera que esté no sé si sabrá que la vi marcharse, pequeñita como siempre, con su vieja maleta marrón en la mano, con su vestido de color beige y estampado de flores de color rojo, con su sombrero de paja con la cinta roja como las flores del vestido, con sus medias blancas, con sus zapatos rojo cereza. La vi irse, con su paso ligero y despreocupado, mirando todo cuanto se encontraba a su alrededor, pero sin volver la vista atrás.

Si hubiese mirado atrás, me hubiese visto, destrozado y hundido. Si me hubiese visto cuando se marchó, hubiese visto cómo deseaba que volviera, que no se fuera, que siguiera viviendo en mí, en mis sueños, que me visitara de cuando en cuando.

Y no sé porqué, pero pienso que todo eso ella ya lo sabía, que ella lo había visto a través de mis ojos. Pero pasó por mi vida, como una exhalación, dejándome el corazón remendado y la vista en el horizonte, esperándola. Por si decide volver a pasearse de puntillas por mi vida. Como a ella le gustaba hacer.

¿Quieres seguir leyendo? Pasa por aquí:

Relatos escritos por La Petite Poupée (ichirinnohana_is)

martes, 23 de febrero de 2010

Sobres viajeros: Sobre no. 1 - El libro que me marcó

Todos tenemos ese libro que, de un modo u otro, nos ha marcado. Este sobre propone: escoge tu libro, ábrelo y haz tuya su primera frase (hasta el primer punto que encuentres).
Tu relato debe comenzar con esa primera frase y a partir de ella dejarás volar tu imaginación, lógicamente, contando algo distinto del libro original.

Extensión: No más de 500 palabras.
Duración: Hasta el 8 de Marzo . El día 9 comenzarán las votaciones.

* Antes del relato debe ponerse el libro escogido y la frase con la que empieza. Ej:

Jane Eyre: «No pudimos salir a pasear aquel día»

¡¡¡A dejar volar la imaginación !!! Suerte a todos


lunes, 22 de febrero de 2010

GANADORA / Sobre Viajero nº 2


Sobre viajero nº 2: "Juego de niños"

En este sobre había que plasmar un diálogo entre niños que se enfadaban entre juegos. El texto presentado por Gema se ha alzado con la victoria tras recibir 9 puntos. ¡¡Que lo disfruteis!!!


Jugando al escondite

Jorge: ¡Por mí y por todos mis compañeros y por mí el primero!
Carmen: ¡NO! ¡No vale salvar!
Jorge: Sí que vale, lista.
Carmen: Pues ya no juego, que no quiero quedármela otra vez.
Lucía: ¿Qué pasa?
Jorge: Que Carmen se ha picao.
Carmen: ¡Mentira!
Pablo: Jo, Carmen, siempre te picas.
Carmen: ¡Sois unos tontos!
Lucía: Yo puedo quedármela, no me importa…
Jorge: No, le toca a Carmen.
Carmen: ¡Que no!
Álvaro: ¡Quero jubar!
Carmen: ¿Y tú qué haces aquí? ¡Vete con mamá, enano!
Álvaro: ¡No! Yo juebo.
Lucía: Cuantos más seamos mejor, ¿no?
Carmen: ¡Pero es pequeño!
Álvaro: ¡NO! ¡Soy gande!
Juan: ¡Álvaro! Dice tu marre que te acabes las galletas.
Álvaro: No quero más.
Carmen: ¡Obedece a mamá! Toma las galletas, y no pued… ¡pero no las tires al suelo, animal! ¡Y tú no te rías, Pablo!
Pablo: ¿Por qué? El enano es divertido.
Álvaro: ¡No soy enano!
Pablo : ¡AY!
Carmen: ¡Álvaro, no empujes o me chivo a mamá!
Álvaro: ¡No te chivas!
Jorge: ¿Jugamos o no? Me aburro.
Carmen: Jugamos, pero que los pequeños se vayan.
Lucía: A mí no me molestan…
Juan: ¿Jugamos al burro?
Jorge: No, es aburrido.
Pablo: ¿Qué es el burro?
Jorge: El burro… ya sabes: silencio en la sala, que el burro va a hablar, el primero que hablo burro será y el tiempo empieza ya.
Carmen: Pues vaya rollo, ¿a quién le gusta jugar a estar en silencio?
Jorge: Se le ocurrió un día a nuestra cuidadora porque está harta de escucharnos gritar todo el rato, pero al tonto de mi hermano le gustó el juego.
Carmen: Puff.
Juan: ¡Burros! Jaja.
Jorge: ¡No estamos jugando, Juan! Anda, vete con Ana y llévate a Álvaro.
Juan: ¿Por qué no podemos jugar?
Carmen: Porque sois pequeños.
Lucia: Podemos buscar un juego que nos guste a todos.
Carmen: ¡No seas pesada, Lucía!
Jorge: ¡No te metas con ella!
Carmen: ¿Es tu novia?
Jorge: ¡NO!
Carmen: ¡Uhhh, a Jorge le gusta Lucía!
Lucía: Yo no le gusto a Jorge…
Jorge: ¡Cállate, Carmen!
Carmen: Al pimiento colorado azul y verde, el señorito Jorge casar se quiere…
Pablo: No quiere que se sepa quién es su novia, la señorita Lucía, que es una pimp…
Jorge: ¡Callaros los dos!
Carmen: Jajaja, ¿quién es el que se pica ahora?
Jorge: Si vas a seguir haciendo el tonto yo me voy.
Lucía: ¿Por qué no jugamos a las carreras?
Carmen: Uff, no me gusta correr.
Pablo: Jope, Carmen, a ti no te gusta nada.
Carmen: ¡Tengo una idea! ¡Que corran los pequeños!
Juan: ¡Sí, sí, yo quiero correr!
Pablo: ¿Y nosotros qué hacemos?
Carmen: Les vemos.
Jorge: Pues vaya aburrimiento.
Carmen: ¡Qué va! Es como las carreras de coches, pero en vez de con coches con los niños.
Lucía: A mí también me parece aburrido.
Carmen: Yo soy del equipo de mi hermano y Jorge del suyo y el que gane tendrá que hacer lo que el otro diga.
Pablo: ¿Y Lucía y yo?
Carmen: Sois los espestadores.
Lucía: Espectadores.
Carmen. ¿Qué?
Lucía: Que lo has dicho mal y es…
Carmen: No importa. ¿Jugamos o no?
Jorge: ¿Qué tendré que hacer si Álvaro gana?
Carmen: A ver… pues, por ejemplo, besar a Lucía.
Jorge: ¡NO!
Carmen: ¿Te da miedo perder?
Jorge: No, pero no pienso besar a una chica.
Pablo: Lucía no te va a morder, tío.
Jorge: Vale, pero si gana Juan tú tendrás que besar a Pablo.
Pablo: ¡Eh, a mi no me metas!
Carmen: Vale, no me importa.
Pablo: ¿No te importa?
Carmen: Es solo un beso, ¿tú nunca das besos?
Jorge: Pero tendrá que ser un beso de novios.
Pablo: ¡Puaj, qué asco!
Carmen: Vale.
Jorge: ¿Vale?
Carmen: Vale. Tú también le tendrás que dar un beso de novios a Lucía.
Lucía: ¿Y si jugamos a otra cosa?
Jorge: No, no, está bien. Juguemos a las carreras.
Carmen: Guay. ¡Álvaro, ven, ponte aquí!
Álvaro: ¿A qué vamos a jubar?
Carmen: Vas a correr y le tienes que ganar a Juan.
Álvaro: ¡Yo siempre gano a Juan!
Juan: ¡Mentiroso!
Álvaro: ¡Ma’ llamado mentiroso, Carmen!
Carmen: ¡Chtss! A ver, poneros aquí. El que primero llegue antes hasta los columpios gana.
Álvaro: ¡Yo voy primero!
Jorge: No, vais los dos a la vez.
Álvaro: No.
Carmen: No te pongas burro, Álvaro. Cuando yo cuente hasta tres vostr…
Álvaro: ¡Pone la pata donde Juan para que no salga primero!
Carmen: No voy a poner la pata en ningún sitio.
Álvaro: ¡A veeer!! ¡Pone la pata donde Juan!
Juan: Pero es que Álvaro se va a colar.
Jorge: Carmen, si tu hermano se cuela no vale.
Carmen: ¡Mi hermano no se va a colar!
Álvaro: Pero el primero soy yo.
Carmen: Que niño más pesado…
Jorge: Salís los dos a la vez y el primero que llegue gana, ¿vale? Y no vale empujar, Álvaro.
Carmen: ¿Por qué se lo dices a mi hermano? ¡Díselo al tuyo también!
Jorge: Es tu hermano el que empuja y se pica siempre, igual que tú.
Carmen: ¡Eso es mentira!
Pablo: ¿Vais a jugar o no? Lucía y yo nos aburrimos.
Carmen: Vamos a jugar. Venga, a la de tres empezáis, eh. ¡Uno, dos y…!
Lucía: Oh, Carmen, tu madre te hace señas.
Carmen: ¡Jolines! Nos marchamos ya…
Álvaro: Pero yo quero correr.
Carmen: Pues corre hasta donde mamá. ¡Hasta mañana chicos!
Jorge: Mañana jugamos, ¿eh?
Carmen: Sí, sí. Decidme adiós cuanto entre al coche.
Lucía: Yo también me voy. ¡Nos vemos mañana!
Jorge: Hasta mañana, Lucía.
Pablo: Nos hemos quedado solos, ¿qué hacemos ahora?
Jorge: ¿Jugamos al balón? Las chicas nunca quieren.
Pablo: ¡Guay! Pero yo me pongo de portero.
Gema

Asesinato en el Orient Express (Sidney Lumett, 1974)



TÍTULO ORIGINAL Murder on the Orient Express
AÑO 1974
DIRECTOR Sidney Lumet
GUIÓN Paul Dehn (Novela: Agatha Christie)
REPARTO Lauren Bacall, Ingrid Bergman, Sean Connery, Albert Finney, Anthony Perkins, Vanessa Redgrave, Jacqueline Bisset, Richard Widmark, Martin Balsam, Jean-Pierre Cassel, John Gielgud, Michael York, Wendy Hiller, Rachel Roberts
SINOPSIS Basada en una de las novelas más conocidas de Agatha Christie, narra la historia de un asesinato ocurrido durante un viaje en el legendario tren Orient Express. El famoso detective Hercules Poirot (Albert Finney) investiga para desenmascarar al asesino de entre los ilustres pasajeros.


(Gracias a FILMAFFINTY)
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Una semana para revisitar un clásico de la intriga, del 22 al 28 de febrero. ¡Apuntaros!

sábado, 20 de febrero de 2010

Enlaza un San Valentín

CREAS EN EL DÍA DE LOS ENAMORADOS, CREAS QUE ES UN INVENTO DEL CORTE INGLÉS O TE SEA INDIFERENTE, ESTE ES TU JUEGO
USA UN PERSONAJE DEL RELATO ANTERIOR PARA CREAR TU HISTORIA
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San Valentín no deja de ser un santo a los que los romanos le mataron a fechazos pero que, en nuestro días, gracias a las maravillas del marketing, se ha convertido en una fiesta global para festejar, ¿el qué?, el amor.

Para celebrarlo nosotras también os dejamos un juego que estrenamos en Navidades y que vamos a poner en marcha con el objeto de esta nueva celebración ^^

Se trata de que cada participante escriba una historia (o escena) pero ha de estar, forzosamente, enlazada de alguna manera con la anterior. Podeis hacerlo usando uno de los personajes secundarios que aparezcan en ella, por ser oyentes de una conversación mantenida o por alguna situación que pueda ser compartida, las posibilidades son muchísimas y todo depende de vuestra imaginación.
No existen turnos pre establecidos y podeis aportar tantas historias como se os ocurran, siempre y cuando no coincidan dos seguidas.

Hay tantas formas de amor como historias queráis contarnos ¡Sacadle brillo al romántico que lleváis dentro o dadle caña al idem.

CONTINÚA LA HISTORIA

jueves, 18 de febrero de 2010

La Gran Travesía: Titulo Provisional (Motherxeruh)

1. VIEJOS AMIGOS




En cuanto la llave entró en el contacto el sonido de la música la envolvió. Aquella voz se mezcló con el ruido del motor y la chica de los ojos marrones fue la protagonista durante el trayecto hasta la estación, incluso cuando dejó de sonar.
“Hiding behind a rainbow's wall,
Slipping and sliding
All along the water fall, with you
My brown eyed girl,
You my brown eyed girl.”
Van Morrison nunca había ocupado un lugar entre sus cantantes favoritos pero aquella casualidad le arrancó una sonrisa. El recuerdo de una amistad de la infancia, aquel ritmo desenfadado y aquellas notas le cantaban que aquellos ojos marrones podrían ser los suyos. Sonrió y suspiró al ver aparecer el edificio.

Allí estaba, en medio del andén, esperando a que su invitado hiciera su aparición.
Sólo él bajó en aquella estación perdida en medio de ninguna parte. Desentonando con todo lo que le rodeaba, lastimando la vista con aquella chaqueta de lino blanco, unas gafas de sol de aspecto carísimo y una maleta negra con ruedas que pedía a gritos ser arrastrada por alguien más acostumbrado a hacerlo.
La sonrisa de Mercedes se ocultó bajo la sombra que arrojaba sobre su cara el ala de un sombrero de paja que, sin duda, había conocido tiempos mejores.
_ ¡Sólo una maleta! ¿Han cabido ahí todos tus zapatos?
_ Bonita manera de recibir a un viejo amigo _ se quitó las gafas para abrazarla con comodidad y contempló la estación desierta _ No es una parada muy solicitada ¿seguro que detrás de esa puerta no se ha extinguido la civilización?
_ ¿Asustado?_ se giró para abandonar la estación_ Menudo cazador de leyendas estás hecho.
El sonido de las ruedas sobre el tosco suelo le confirmó que su invitado le seguía sin necesidad de volverse a mirar. Aquello resultaría divertido. Blas aportaría un soplo de cambio en su monotonía, aire fresco en el aburrimiento perpetuo que sufrían sus días.

Hacía dos años que sus caminos habían vuelto a unirse. Ella, oculta entre la gente que esperaba con paciencia, él inclinado sobre los ejemplares que dedicaba con una sonrisa perfectamente personalizada para cada lector.
Todo un mundo de distancia entre la infancia de mañanas escolares que habían compartido y aquel momento adulto lleno de triunfos y de carteles enormes que anunciaban con vanidad editorial su última portada.
Mercedes tenía que reconocer que se había sorprendido al ver al pequeño Blas convertido en todo un escritor de éxito, aunque el aire snob que había adoptado no le pegara demasiado al Blas que ella recordaba, pero después de todo, la gente cambia su aspecto exterior para adaptarse a los cambios de su vida y ella no era la persona indicada para prejuzgar aquellos cambios drásticos.
Aquella noche se pusieron al corriente de lo más destacado (y lo menos íntimo) de lo que había sido la vida de cada uno. Anécdotas recordadas, risas compartidas y una despedida con la firme intención de no volver a perder el contacto. Promesa incumplida, por supuesto, porque sus vidas volvieron a tomar sus caminos, tan distintos como siempre… hasta 15 antes.
El teléfono de su vivero sonó y la voz de Blas Tenor volvió a meterse en su vida para convertirla en parte activa de la documentación que necesitaba para su próxima novela.
_ ¿Continuas viviendo en ese pueblo pequeño que me contaste? ¿No te habrán contado alguna de esas leyendas oscuras, ya sabes, fantasmas negativos, presencias extrañas, fenómenos inexplicables…? Seguro que sí, esos pueblos son un buen caldo de cultivo para supersticiones de ese calibre.

Mercedes sonreía al volante del todo terreno con aquella conversación telefónica en su mente, contemplando cómo la sorpresa que sintió ante tan peculiar petición ahora adornaba la mirada de su acompañante al ver la carretera sinuosa, estrecha y mal asfaltada por la que circulaban.
_ En tres meses he conseguido: un campanario sumergido que se supone que sigue activo pero cuya campana se ha negado a dejarme a oír su tañido subacuático, una mancha en la pared de una iglesia que me aseguraban que era el mismísimo Jesucristo y que sólo me pareció una mancha en la pared de una iglesia y nada menos que tres pueblos que aseguraban tener su propia chica de la curva _ hizo una pausa para escuchar la risa de Mercedes_ así que imagino que no hace falta que te explique el porqué de mi llamada desesperada.
_ Mi historia es más interesante, pero…
_ ¡¡Alabado sea Dios!!!!_ la interrumpió.
_… pero me temo que pruebas, lo que se dice pruebas, no vas a encontrar. Tendrás que conformarte con las habladurías de los lugareños.
Blas se sacudió la manga de la chaqueta en busca de alguna pelusa inexistente y respiró profundamente para dar un toque teatral a su intervención.
_ Querida, la rumorología siempre ha sido una fuente fantástica para sacar alguna que otra historia jugosa y novelable.
_ ¿Aunque nadie las cuente de primera mano?
_ Precisamente por eso _ sonrió con satisfacción _ Verás, si algo es contado por la prima del hermano del portero que lo supo por una vecina a la que se lo había contado la cuñada de la peluquera de su amiga, la historia llega a tus oídos cargada de aportes “extras” que la harán más literaria y además, estará tan desvirtuada que sería prácticamente imposible incurrir en un delito de plagio.
_ Una lógica aplastante, sí señor. _ y pensó para sí misma que aunque no pareciera tener ni pies ni cabeza, los números arrojados por la venta de su última novela “calma ficticia” parecían demostrar que aquella teoría funcionaba de verdad.

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¿Quieres seguir leyendo? Pues pasa por aquí:

Relatos escritos por Motherxeruh (Angelical)

martes, 16 de febrero de 2010

Sobres viajeros: Sobre no. 2







Juego de niños

Todos hemos sido niños, todos hemos jugado y todos nos hemos peleado por culpa de algún juego. Este sobre nos hará practicar con el diálogo. Meteos en la piel de esos niños y cread una disputa en medio del juego infantil que querais. Sólo está permitida la narración en forma de diálogo.
¡¡¡Rememorad vuestra más tierna infancia y a divertirse!!!

Extensión: libre
Duración : Hasta el próximo 19 de Febrero, el 20 se podrá empezar a votar.

Suerte a todos.

Semana 06: "Infiltrados", Martin Scorsese (2006)




TÍTULO ORIGINAL The Departed
AÑO 2006
DIRECTOR Martin Scorsese
GUIÓN William Monahan (Remake: Alan Mak, Felix Chong)
REPARTO Leonardo DiCaprio, Matt Damon, Jack Nicholson, Mark Wahlberg, Alec Baldwin, Martin Sheen, Ray Winstone, Vera Farmiga, Todd Peterson
SINOPSIS: El Departamento de Policía de Massachussets se ve envuelto en una guerra campal para derrotar a la mayor banda de crimen organizado de la ciudad. La estrategia es terminar con el reinado del poderoso jefe de la mafia Frank Costello (Jack Nicholson) desde dentro. A un joven novato, Billy Costigan (Leonardo DiCaprio), criado en el sur de Boston, se le encarga infiltrarse en la mafia dirigida por Costello. Mientras Billy intenta ganarse la confianza de Costello, otro joven policía que también ha surgido de las calles del sur, Colin Sullivan (Matt Damon), sube rápidamente de categoría dentro de la policía del Estado. Colin, que se ha ganado un buen puesto en la unidad de Investigaciones Especiales, forma parte de un grupo de oficiales de élite cuya misión es acabar con Costello. Pero lo que sus superiores no saben es que Colin trabaja para Costello, y le mantiene un paso por delante de la policía. Cada uno acaba totalmente consumido por su doble vida. Pero cuando los gángsters y la policía se dan cuenta de que hay un topo entre ellos, Billy y Colin se encuentran en peligro constante de que les cojan y están expuestos al enemigo, y cada uno debe darse prisa en desvelar la identidad del otro para salvarse a sí mismo...

(Gracias a FILMAFFINITY)


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Recordad, tenemos toda la semana para ver la película, del 15 al 21 de Febrero ¡Apuntaros!

miércoles, 10 de febrero de 2010

Semana 05: "Perdición", Billy Wilder (1944)




TÍTULO: Perdición
TÍTULO ORIGINAL Double Indemnity
AÑO 1944
DIRECTOR Billy Wilder
GUIÓN Raymond Chandler & Billy Wilder (Novela: James M. Cain)
REPARTO Fred MacMurray, Barbara Stanwyck, Edward G. Robinson, Tom Powers, Porter Hall, Jean Heather, Tom Powers, Byron Barr, Richard Gaines, Fortunio Bonanova, John Philliber, Bess Flowers, Miriam Franklin
SINOPSIS: MacMurray es un vendedor de seguros que, junto a la "femme fatale" Barbara Stanwyck, realizan un plan para asesinar al marido de ésta y quedarse con el dinero de su seguro. Obra cumbre del género, uno de los ejercicios de suspense más fascinantes de todos los tiempos.


(Gracias a FILMAFFINITY)



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Cualquier pelicula de Billy Wilder supone una apuesta segura, y esta obra maestra del cine negro no es una excepción. Un guión resultante de la cooperación del gran Wilder con uno de los maestros de la novela negra, Raymond Chandler, y basada en la novela de otro clásico, James M. Cain.

Recordad, tenemos toda la semana para ver la película, del 8 al 14 de Febrero. ¡Apuntaros!

Semana 04: "Seven", David Fincher (1995)





TÍTULO Seven
TÍTULO ORIGINAL Seven (Se7en)
AÑO 1995
DIRECTOR David Fincher
GUIÓN Andrew Kevin Walker
REPARTO Brad Pitt, Morgan Freeman, Gwyneth Paltrow, Kevin Spacey, John C. McGinley, Richard Roundtree, R. Lee Meyer, Leland Orser, Richard Schiff
SINOPSIS: El teniente Somerset (Morgan Freeman), del departamento de homicidios, está a punto de jubilarse y ser reemplazado por el ambicioso y brillante detective David Mills (Brad Pitt). Ambos tendrán que colaborar en la resolución de una serie de asesinatos cometidos por un psicópata que toma como base la relación de los siete pecados capitales: gula, pereza, soberbia, avaricia, envidia, lujuria e ira. Los cuerpos de las víctimas, sobre los que el asesino se ensaña de manera impúdica, se convertirán para los policías en un enigma que les obligará a viajar al horror y la barbarie más absoluta.


(Gracias a FILMAFFINITY)



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Una trama intrigante y turbia, que nos hace seguir a un retorcido asesino...

Semana 03: "Gilda", Charles Vidor (1946)



TÍTULO Gilda
TÍTULO ORIGINAL Gilda
AÑO 1946
DIRECTOR Charles Vidor
GUIÓN Marion Parsonnet (Historia: E.A. Ellington)
REPARTO Rita Hayworth, Glenn Ford, George MacReady, Joseph Calleia, Steven Geray, Rosa Rey, Joseph Sawyer, Gerarld Mohr, Mark Roberts, Ludwig Donath, Donald Douglas, Lionel Royce, Saul Martell
SINOPSIS: Johnny Farrell, un aventurero que vive de hacer trampas en el juego, recala en Buenos Aires. Allí le saca de un apuro un hombre llamado Ballin Mundson, propietario de un lujoso casino. El recién llegado termina convirtiéndose en el individuo de confianza de su anfitrión. Un día, su superior le presenta a su esposa, Gilda. Él reacciona con perplejidad, ya que ella lo convirtió en el ser amargado y cínico que es ahora.


(Gracias a FILMAFFINITY)



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¿Qué se puede decir de Gilda? El personaje de Gilda es la encarnación de la femme fatale, un elemento creado y muy presente en la novela negra. Además de ser un clásico del cine, claro.

lunes, 8 de febrero de 2010

El cuaderno de Noah: Un amor que sobrevive al olvido






He tenido la suerte de leer el libro teniendo la película prácticamente olvidada —salvo algunas escenas— y de haberlo cogido sin muchas expectativas, por lo que no esperaba demasiado de él. De haber leído con esos prejuicios, estoy segura de que me hubiese llevado una gran decepción. Pero bueno, no ha sido así, y aunque el libro no se ha convertido, ni de lejos, en uno de mis favoritos, tampoco pretendo ser demasiado crítica con él.

El libro empieza bien, con un ritmo ligero que te atrapa enseguida. En unas pocas páginas nos presenta al protagonista en la actualidad, al Noah anciano, y después pasa directamente a la historia pasada, que, en mi opinión, es el punto fuerte del libro.
Esta parte está estructurada de tal forma que hace que su lectura sea rápida. No se pierde en detalles banales, al menos no demasiado, por lo que prácticamente desde el comienzo nos encontramos de lleno en la historia de los protagonistas. Creo que esto es lo que más atractivo me ha resultado de todo el libro, el cómo nos va narrando las cosas. Se podría dividir esta parte del pasado en otras dos: lo concerniente al verano en el que Noah y Allie se conocen, incluyendo su noviazgo, y todo lo relacionado con ese reencuentro después de haber estado catorce años sin verse. Me ha gustado la forma en que nos ha ido descubriendo las cosas, como ha ido relacionando una y otra etapa sin hacer una distinción visible de ambas, o sea, sin contarnos la historia de forma cronológica. Nos va descubriendo detalles pasados a medida que situaciones o pensamientos de los protagonistas lo requieren.
Lo dicho, esto me ha gustado bastante; creo que le da un toque interesante al libro.

Pero el ritmo decae considerablemente en el momento en el que regresamos a la actualizad, es decir, cuando el Noah anciano termina de leer la historia de su cuaderno. Decae de tal forma que el libro pasa de resultarme atractivo a parecerme un auténtico muermo.
Tenemos por delante alrededor de 60 páginas de las cuales, en mi opinión, nos sobran al menos 40. No necesitamos saber cada detalle del día a día de los dos ancianos, ni todo el proceso de evolución en el alzhéimer de Allie, así como tampoco la estupenda relación que Noah tiene con las enfermeras de la residencia. Como ya he dicho, todo eso sobra.
Quizás esta pega podría pasarse por alto de haber encontrado a los personajes más atractivos en esta etapa, pero la magia, si es que alguna vez la tuvieron, para mí se perdió en el momento en el que Noah cerró su cuaderno.

Por otro lado tenemos el estilo narrativo del autor, que a medida que transcurre la historia resulta repetitivo e incluso recargado. Yo no soy una experta ni deseo parecerlo, pero me ha dado la sensación de que el escritor ha forzado demasiado los sentimientos de los protagonistas. Nos repite hasta la saciedad lo mucho que se quieren, lo mucho que se enamoran el uno del otro (podría cansarme de contar las veces que la frase «se volvió a enamorar de él» (o de ella, en su defecto) aparece a lo largo de las páginas del libro), lo importante que fue para ellos ese primer amor. Lo repite tanto que termina por sonar forzoso, por no parecer creíble, y lo especial de la historia de Noah y Allie se pierde entre tantas palabras.

Creo que estoy siendo demasiado crítica, y tampoco era esa mi intención, sobretodo teniendo en cuenta que el género del libro es el romántico (romántico en el sentido “amoroso” de la palabra, claro), por lo que quizás no deberíamos pedirle más a la historia. Hay que reconocerle su dosis de amor, su dosis de cursilería y su dosis de drama incluso.
Y es curioso, porque buscando opiniones por internet a la hora de ponerme a escribir la reseña (puede que suene tonto, pero me gusta tener alguna referencia con la que comparar mi opinión) me he encontrado siempre con comentarios opuestos a este. Por lo que he podido deducir el libro suele gustar, y mucho.
Pero en fin, que yo no comparto del todo esa opinión popular, aunque reconozco que tampoco es un libro que me haya supuesto demasiado esfuerzo. Es corto y de lectura fácil, como ya he comentado por ahí arriba, por lo que en general la trama no se hace demasiado pesada hasta el final.

Y por último la pregunta crucial: ¿Lo recomiendo?
Supongo que irá por gustos. Si te gustan las historias románticas sin mucho trasfondo más, sí, esta puede ser una buena opción. Pero si lo que buscas es leer algo más, quizás debas buscarte otros títulos.


Reseña escrita por Gemuca

martes, 2 de febrero de 2010

GANADORAS / Sobre Viajero Nº 7

Sobre viajero nº 7: “De notas y versos”


En este sobre, inspirado en la canción “Tal para cual” de Luz Casal, se ha producido un doble empate en la primera posición. Los textos presentados por Luna y por Ireth se hicieron con 11 votos cada uno, por lo que en este sobre tenemos dos flamantes ganadoras.

Disfrutad de sus textos.




Tal para cual


—No, no debimos casarnos tú y yo.
Tal afirmación cayó el saco roto. Los ojos marrones con aquellas motitas de rebelde verde la miraban fríos, inmóviles. Rosa negó con la cabeza, mientras se dibujaba una sonrisa en sus labios. Se levantó y levantó la lámpara que se había caído entre voces y reproches.
—No, porque en realidad no me quieres —no esperó respuesta—. Ni yo tampoco a ti, no te creas. No te culpo, no.
Los indiferentes ojos la siguieron por el cuarto, espacioso, elegantemente decorado. Un par de libros en el suelo, recogidos diligentemente, una planta puesta de pie. Hay que recoger la tierra. Rosa suspiró. Abrió la ventana, y el frío aire de enero empezó a llenar la habitación.
—No, no hace falta que recojas tampoco —escoba en mano, barrió tranquilamente—. No lo has tirado tú, ¿verdad?
Paró un segundo, y los ojos del sofá se fijaron en ella, solo un segundo. Rosa ladeó la cabeza y volvió a su tarea. El suelo volvió a brillar, perfecto.
—Tampoco te pido que hables, me gusta que escuches. Nunca escuchas, ¿sabes?
La habitación volvió a recuperar su elegancia desnuda. Pocos adornos, un par de plantas estratégicamente colocadas, ángulos rectos y líneas suaves. Unos libros sobre la mesa hablaban del gusto por la lectura, un par de LP’s de Miles Davis del gusto por la buena música, y un ajedrez de cristal terminaban la estampa de perfección estilizada. Un espejo en la entrada reflejaba la habitación, haciendo de tarjeta de visita para cualquier visitante. La imagen de Rosa cruzó por el espejo, y desapareció en la cocina.
—No, nunca escuchas. Antes sí, ¿te acuerdas? Sí, me escuchabas. Quizás yo también tenía más que decir. A lo mejor a ti te gustaba más lo que decía.
Abandonó la cocina y fue a la entrada, abrió la puerta y comprobó el marco. A pesar del golpe recibido, cerraba bien. Un poco de serrín en el descansillo. Rosa lo recogió en su palma, y colocó el tiesto color tierra que flanqueaba la puerta. Una cabeza apareció al otro lado del descansillo, oportunamente. Rosa saludo con un movimiento de cabeza y una sonrisa y desapareció en su propia puerta, cerrando la puerta con delicadeza.
—Un poquito de serrín —abrió la mano y le mostró la palma—, sí, no hace falta que digas nada. No debí dar el portazo. Lo di por ti, ¿sabes? Parecía lo que había que hacer.
Se sonrió a sí misma y tiró el serrín en un tiesto. Giró sobre sus pies y contempló su reino, su apartamento tan impersonal que a la fuerza hablaba de ella. De ellos. Todo en su sitio.
—Qué boba —rió—, tirarlo todo para volver a recogerlo. Si lo hubieras tirado tú, igual no me sentiría tan tonta —añadió con el mismo tono alegre, una broma—, ¿no crees? Podías hacer eso por mí, la próxima vez. Gritar, tirar muebles… ser, ¿cómo me llamas? Ah sí, melodramática. Sí, un poco más dramático.
No miró al sofá. Se sentó en una silla y sacó un cigarro del bolso. Cuidadosamente lo encendió, dio una calada y lo posó en el cenicero de piedra, que se manchó de ceniza. Comprobó sus uñas, había que retocar el pintauñas. Luego. Cogió el cigarro y cruzó sus piernas.
—Eso te gustaba de mí. Que estaba viva, decías. Ya no te gusta tanto, ahora es incómodo. No encaja, ¿a qué no?
Bajó, y limpió un poco de ceniza que cayó en la mesa.
—A mí me sigues gustando —confesó—. Sigues igual. Tan correcto, tan callado… Pero menos. Porque antes sabía lo que pensabas, sin que me lo dijeras, ¿sabes? —Sonrió distraía— Como cuando me dijiste que me querías, la primera vez, en aquella habitación de motel… Yo ya lo sabía, ¿te sorprende? Tan orgulloso, tan serio. Entonces sí que te quería, en aquella habitación tan fea… Era fea, ¿verdad? O no, la memoria lo cambia todo, a su gusto, ¿verdad? Sí, ya me acuerdo, era bonita, y se veía el mar. ¿Era el mar o la montaña?
Con aquella pregunta sin respuesta, Rosa calló. Tranquilamente terminó su cigarro, lo apagó en el cenicero, tan negro. Lo observó un segundo. Blanco sobre negro, qué bonito. Le gustó el efecto y lo dejó, presidiendo la mesa. Se levantó y se dirigió al sofá, se inclinó y acarició el pelo rubio sucio, el objeto de su caricia de estiró y abrió los insolentes ojos. Emitió un ruidito de placer, y sacó su lengüecita rosa y áspera para besar la mano de Rosa, que rascaba su mentón. Rosa se incorporó y sonrió; y el gato protestó. Con aquel maullido, el animal volvió a ser animal, y Rosa volvió a estar sola en el apartamento. Al menos por unas horas, cuando él, tan callado, tan serio, volviera a casa.
—A ti sí te quiero —musitó ella, y le rascó entre las orejas, antes de acostarse en su preciosa cama, y soñar con aquel cuarto que daba al mar.


Luna

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Joaquín y Lucía, tal para cual



Con la cabeza apoyada sobre su brazo derecho dejó que su mirada recorriera por enésima vez la habitación. Sabía que no conseguiría conciliar el sueño fácilmente, y eso tenía poco que ver con estar durmiendo en el sofá de la sala y mucho con el hecho de sentir que aún le temblaban las manos de rabia.
Recordó la primera noche que pasó en ese sofá. Durmiendo solo, con ella en la habitación de al lado. Absurdo, ridículo, estúpido… Se había quedado sin palabras para definirlo y había entrado en su habitación a mitad de la noche, susurrando un ‘lo siento’ y abrazando a una Lucía temblorosa por el llanto que también lo sentía.
Se había casado lo suficientemente joven como para que el hecho de poder dormir con ella cada noche fuera recompensa sobrada.
Giró sobre si mismo apoyando la mejilla sobre el apoyabrazos a la vez que la manta que rodeaba su cuerpo se enredaba entre sus piernas. El aire frío que acarició su espalda le resultó agradable.
No sabía en qué discusión había dejado de sentirse herido para empezar a hartarse. Tampoco recordaba en qué momento los arrebatos violentos de Lucía habían dejado de invitarlo a apaciguarla para dejarlo indiferente.
Se le escapó una sonrisa al recordar la primera vez que ella arremetió contra la vajilla. Había sido casi cómico verla recoger con el ceño fruncido la fuente de lasaña para estrellarla contra el suelo. Con menos de un año de matrimonio había visto amor en ese gesto, se había sentido culpable por haberla hecho esperar, se había disculpado; y no había sido la única vez.

Tumbada en medio de la cama con los brazos extendidos cerró los ojos y se concentró en el agradable frescor de las sábanas de algodón. De repente el silencio del apartamento se le antojó atronador. Giró la cabeza hacia la mesa de luz de Joaquín y se hizo consciente del molesto y constante ruido de las agujas de su despertador. Lo había comprado hacía ya unos meses para salir del paso después de que ella rompiera el que había sido su último regalo de cumpleaños.
Sabía que un perdón podría ser suficiente. Borrón y cuenta nueva, como ya habían hecho tantas veces. Y sin embargo había algo que no le permitía ir a buscarlo para que volviera a su lado.
Joaquín era la única persona sobre la faz de la tierra capaz de conseguir cualquier tipo de reacción por su parte. La había derretido hacía ya más de diez años con un mero beso y conseguía hacerla gritar de frustración con simplemente darle la espalda.
La ira encendía sus palabras. Palabras sin sentido, pero de punta afilada que hacían daño cada vez que daban en el blanco. Y si era él quien se encontraba delante, ella sabía hacer diana cada vez que tiraba.
Abrió los ojos e imaginó oír el eco de todo lo que se habían gritado en esa habitación. Hacía ya demasiado que habían perdido el respeto el uno por el otro. El amor los había pasado de largo la primera vez que levantaron la voz para hacerse daño, pero ninguno de los dos se atrevía a admitir que quizá no eran tal para cual.

A pesar de la desnudez de sus pies Joaquín sintió que podía contar los pasos de Lucía a través del pasillo. Cerró los ojos para tener una oportunidad de reflexionar, no sabía quién tenía que pedir perdón a quién, pero ni siquiera estaba seguro de que eso importara.
Sintió que Lucía se acomodaba a su lado con delicadeza y le desconcertó la rapidez con la que había atravesado el salón. Instintivamente le rodeó la cintura con el brazo y suspiró con cansancio.
- Lucía… - susurró la palabra haciéndola encajar con el incómodo silencio.
- Mañana.
Observó sus pestañas brillantes por las lágrimas y se sintió miserable por estar dispuesto a hacerle más daño.
- Tenemos que hablar. – Sintió como ella tomaba aire profundamente y casi temió que el espacio del sofá no fuera suficiente. Apretó el abrazo pegándola aún más a él. – Creo que…
- Lo sé. – Levantó la vista y entrelazó su mano con la que él tenía apoyada sobre su vientre – Mañana.


Ireth