Tres relatos, y unos días para votar. ¡animaros! Os dejamos una muestra de los relatos que han participado en nuestro torneo del ciclo de novela negra y policiaca. Una muestra, que esperamos que os haga dar al click de "seguir leyendo":
- ¡Salta!, Dreamy
«Cuando la inspectora Montilla, entró en la casa, fue abordada por su compañero Gómez, quién se adelantó a presentarle las primeras impresiones del caso.
_Ha habido un asesinato, una mujer joven, llamada Laura Reus, que vivía a aquí con su hijo, ha fallecido por asfixia.
_ ¿Y el hijo?_ Preguntó la inspectora Montilla, con impaciencia.
_ Desconocemos su paradero. Hemos registrado toda la casa, y no lo hemos encontrado, se lo han debido llevar los que han matado a su madre, para no dejar testigos. El móvil ha sido el robo, pues hemos hecho un pequeño inventario y faltan cosas de valor, como los pequeños equipos audiovisuales, incluido un ordenador portátil, hemos encontrado esta funda vacía, y el joyero también está vacío.»
Seguir leyendo - Prueba demoníaca, Yandros
«-Tienes una hora para pensar en cómo salir de aquí.
Agustín se quedó mirando al demonio. En circunstancias normales, cualquier ser humano hubiera salido corriendo despavorido al ver el rostro de aquel engendro, aquellos ojos llameantes y esa voz mezcla de multitud de almas condenadas. Pero Agustín ya sabía que aquel demonio volvería al cabo de los diez años de haber sellado el pacto, y lo estaba esperando. El demonio, divertido al ver a Agustín mirar hacia todos lados añadió en tono jocoso:
- Te repito que la sala está totalmente sellada en todas las direcciones del espacio. Son planchas de azufre sólido sin juntas entre ellas, construida especialmente para ti. No hay puertas, no hay ventanas. Es un recinto totalmente cerrado y que no puedes perforar con los poderes demoníacos que te otorgamos en su día. Ya sabes que el azufre es indestructible para nosotros.
- Esto no tiene sentido, es imposible salir de aquí, es una trampa para quedarte con mi alma.»
Seguir leyendo - Muerte en soledad, Motherxeruh
«Cuando entré por primera vez en la que, a partir de entonces, sería una más de las propiedades de mi familia, mi espíritu no soportó pesares distintos al del cansancio que el largo trayecto cabalgando le había inflingido. Ninguna sombra se abatió sobre mi alma, ningún presentimiento oscuro añadió peso a mis hombros y sin embargo… entre aquellas paredes de piedra enmohecida y cortinajes hechos jirones, la soledad de la noche se multiplicaba como por arte de alguna magia desconocida por los mortales de buenas costumbres.
La primera noche que pasé entre sus muros podría resumirse en una sola palabra: soledad.
Tan tremenda sensación para un hombre, familiar y acostumbrado al calor del hogar, como lo era yo hizo que las horas se arrastraran lentas y espesas, como el lodo que atrapa tus pies en los pantanos y evita tu avance. La soledad se pegó a mi piel, impidió que mis párpados descansaran y aumentó el eco que provocaban los latidos en mi pecho.»
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