No quiero hacer de este artículo una biografía de Jane Austen, así que no diré que nació en Steventon, Hampshire, Inglaterra, un 16 de Diciembre de 1775, ni que fue la séptima de los ocho hijos del reverendo George Austen. La familia tenía unos respetables ingresos anuales. No pasaban penurias, pero tampoco eran ricos.
A la edad de siete años, Jane fue trasladada junto con su hermana a la casa de un familiar y más tarde ambas asistieron al internado Abby School, del que su padre las sacó con la excusa de que Jane era aún muy pequeña, aunque se comenta que el motivo real fue que allí no aprendían nada (Tengo que resaltar aquí el parecido entre este colegio y el internado de la Señora Goddard en Emma).
A partir de ese momento fueron instruidas en casa por su propio padre, por lo que esa fue toda la experiencia que tuvo Jane al margen de su familia.
¿Por qué os cuento todo esto? Porque, en mi humilde opinión, el ambiente y la vida familiar de Jane Austen es un aspecto bastante importante a tener en cuenta a la hora de hablar de sus obras.
Según sabemos por su propio sobrino, James E. Austen-Leigh, quien escribió unas memorias sobre la escritora, Jane Austen vivió totalmente apartada del mundo literario. Sus primeros escritos (Love and friendship y su Juvenilia) fueron creados para el entretenimiento de su familia y ninguno de los libros publicados en vida llevó su firma. Muy pocos lectores conocían su nombre y, por supuesto, nunca supieron de ella más que eso. La fama o el beneficio económico nunca estuvieron entre los motivos principales por los cuales la joven comenzó a escribir.
Volviendo a la vida familiar de Jane habría que decir que es probable que la escritora nunca se encontrase en compañía de alguien cuyo talento igualase el suyo propio. Su imaginación y su talento provienen de ella misma, por lo que sus logros, si cabe, son aún más impresionantes. Según palabras de la propia autora, lo único que se necesita para construir una novela son tres o cuatro familias de un pueblo.
Y bien, si analizamos sus personajes y a los miembros de su familia nos damos cuenta de lo cierto de esas palabras.
Jane Austen se nutrió de sus experiencias y de sus conocidos para plasmar algunos de los elementos de sus obras. La relación entre ella y su hermana Cassandra se asemeja a la relación entre Jane y Elizabeth Bennet en Orgullo y Prejuicio o a la establecida entre las hermanas Dashwood en Sentido y Sensibilidad. Existe también un gran paralelismo entre su hermano Edward y Frank Churchill (personaje de Emma). Ambos son adoptados por familiares ricos y sin hijos y llegan incluso a cambiar de apellido (En el caso de Edward, deja de ser Austen para convertirse en Knight).
Me gusta pensar que hay mucho de Jane Austen en sus libros y que a través de sus heroínas podemos conocer un poco mejor a la autora.
Podemos dividir los libros de Jane Austen en dos partes: los escritos antes de trasladarse con su familia a Bath y los escritos después de abandonar esa ciudad. En el primer grupo nos encontramos con Sentido y sensibilidad, Orgullo y prejuicio y La abadía de Northanger. (llamados en ese momento Elinor y Marianne, Primeras impresiones, y Susan, respectivamente), más famosos pero menos maduros que los libros correspondientes a la segunda etapa: Emma, Mansfield Park y Persuasión.
Creo que puedo decir que Bath supuso para Austen un auténtico mazazo emocional. Prueba de ello es el hecho de que no escribió absolutamente nada durante los años que pasó allí, así como las referencias a la ciudad en alguna de sus obras (concretamente en Emma Bath aparece sutilmente despreciado).
Sin embargo, es muy probable que la novela Persuasión se inspirase en un momento de su vida correspondiente a esa época. Jane Austen nunca se casó, pero eso no quita que existan rumores acerca de posibles escarceos amorosos. Uno de estos rumores cuenta que mientras residía en Bath, la familia solía ir a la costa todos los veranos, y fue en una de estas vacaciones cuando Jane conoció a un hombre que se enamoró de ella. Al partir, decidieron volver a verse, pero las siguientes noticias que tuvieron de él fueron que había muerto.
Del estilo narrativo de Jane Austen poco tengo que decir yo que no hayan dicho ya los expertos. Aparte de que me ciega la admiración por la autora, por lo que seguramente mi artículo no sea para nada objetivo.
La ironía y el sarcasmo empleados en sus textos son exquisitos. La crítica a la sociedad del momento, implícita en cada uno de sus libros (al menos en los libros que yo he leído de ella, porque, reconozco, estoy lejos de ser una experta en el tema), es inmejorable. Por medio de las relaciones entre los personajes, de las situaciones dadas en los libros y de los propios personajes en sí, Jane Austen nos retrata la vida de finales del siglo XVIII y principios del XIX de tal forma que nos sentimos parte de esa época.
Hay un párrafo de Orgullo y Prejuicio en el que esa crítica a la sociedad es perfectamente tangible:
Existen ciertas similitudes en todos los libros de Jane Austen.
El peso de la novela recae siempre sobre las mujeres, y suelen ser estas protagonistas mujeres fuertes y autónomas en la medida de lo posible. Anne Elliot, en Persuasion sigue soltera a una edad en la que, en esa época, lo normal era estar casada, Elinor Dashwood, en Sentido y Sensibilidad, puede decirse que adquiere el papel de “cabeza de familia” cuando su madre, sus hermanas y ella deben mudarse, y Emma Woodhouse, de Emma, le asegura a su amiga Harriet que ella no se casará a menos que esté realmente enamorada.
Hay que mencionar también que todas estas heroínas tienen un crecimiento que es palpable a medida que avanza el libro. Son capaces de madurar y comprender sus errores y, habitualmente, de hacer algo para remediarlos. De no ser así, Lizzy no hubiera aceptar sus sentimientos por el señor Darcy o Emma jamás hubiese comprendido el amor que sentía hacia el señor Knightley.
Suele haber siempre en casi todas sus novelas un personaje que, como digo yo, parece manta pero no abriga. El bueno a simple vista que en realidad resulta no ser tan bueno. Wickham en Orgullo y Prejuicio, Willoughby en Sentido y Sensibilidad e incluso Frank Churchill en Emma, aunque este último en menor medida, porque, en el fondo, no es malvado de la forma que los otros lo son (quizás no soy muy objetiva, porque reconozco que a Frank le cogí un cariño especial), aunque sí es verdad no juega del todo limpio y “esconde” un secreto.
Y de la misma forma que he mencionado a las mujeres independientes y a los hombres “malvados”, hay que destacar también a esos personajes caricaturizados a los que Jane nos tiene acostumbrados. La señora Bennet (Orgullo y Prejuicio) es un buen ejemplo de esto: su obsesión por casar a sus hijas con buenos partidos roza lo ridículo (aquí tenemos otra crítica a la sociedad del momento). Otros personajes que pueden encajar dentro de este rol son el señor Collins (también deOrgullo y Prejuicio) o la señorita Bates, de Emma.
Estas no son las únicas similitudes que podemos sacar de sus libros, pero dejo el debate abierto para que vosotros me dejéis también vuestras opiniones al respecto. Como ya he dicho anteriormente, aún me queda mucho para ser una experta en Jane Austen (os habréis fijado que dos de sus obras apenas las mencione de pasada (Mansfield Park y La abadía de Northanger) pero aún no he tenido la oportunidad de leerlas y no quería hablar de ellas a la ligera) y seguramente que vuestras aportaciones me serán muy instructivas.
Y ya para terminar con el artículo querría añadir que siempre le estaré agradecida a la persona que me recomendó leer Orgullo y Prejuicio, porque gracias a eso he conocido a una escritora que ocupa uno de los primeros puestos en mi lista de favoritos.
A la edad de siete años, Jane fue trasladada junto con su hermana a la casa de un familiar y más tarde ambas asistieron al internado Abby School, del que su padre las sacó con la excusa de que Jane era aún muy pequeña, aunque se comenta que el motivo real fue que allí no aprendían nada (Tengo que resaltar aquí el parecido entre este colegio y el internado de la Señora Goddard en Emma).
A partir de ese momento fueron instruidas en casa por su propio padre, por lo que esa fue toda la experiencia que tuvo Jane al margen de su familia.
¿Por qué os cuento todo esto? Porque, en mi humilde opinión, el ambiente y la vida familiar de Jane Austen es un aspecto bastante importante a tener en cuenta a la hora de hablar de sus obras.
Según sabemos por su propio sobrino, James E. Austen-Leigh, quien escribió unas memorias sobre la escritora, Jane Austen vivió totalmente apartada del mundo literario. Sus primeros escritos (Love and friendship y su Juvenilia) fueron creados para el entretenimiento de su familia y ninguno de los libros publicados en vida llevó su firma. Muy pocos lectores conocían su nombre y, por supuesto, nunca supieron de ella más que eso. La fama o el beneficio económico nunca estuvieron entre los motivos principales por los cuales la joven comenzó a escribir.
Volviendo a la vida familiar de Jane habría que decir que es probable que la escritora nunca se encontrase en compañía de alguien cuyo talento igualase el suyo propio. Su imaginación y su talento provienen de ella misma, por lo que sus logros, si cabe, son aún más impresionantes. Según palabras de la propia autora, lo único que se necesita para construir una novela son tres o cuatro familias de un pueblo.
Y bien, si analizamos sus personajes y a los miembros de su familia nos damos cuenta de lo cierto de esas palabras.
Jane Austen se nutrió de sus experiencias y de sus conocidos para plasmar algunos de los elementos de sus obras. La relación entre ella y su hermana Cassandra se asemeja a la relación entre Jane y Elizabeth Bennet en Orgullo y Prejuicio o a la establecida entre las hermanas Dashwood en Sentido y Sensibilidad. Existe también un gran paralelismo entre su hermano Edward y Frank Churchill (personaje de Emma). Ambos son adoptados por familiares ricos y sin hijos y llegan incluso a cambiar de apellido (En el caso de Edward, deja de ser Austen para convertirse en Knight).
Me gusta pensar que hay mucho de Jane Austen en sus libros y que a través de sus heroínas podemos conocer un poco mejor a la autora.
Podemos dividir los libros de Jane Austen en dos partes: los escritos antes de trasladarse con su familia a Bath y los escritos después de abandonar esa ciudad. En el primer grupo nos encontramos con Sentido y sensibilidad, Orgullo y prejuicio y La abadía de Northanger. (llamados en ese momento Elinor y Marianne, Primeras impresiones, y Susan, respectivamente), más famosos pero menos maduros que los libros correspondientes a la segunda etapa: Emma, Mansfield Park y Persuasión.
Creo que puedo decir que Bath supuso para Austen un auténtico mazazo emocional. Prueba de ello es el hecho de que no escribió absolutamente nada durante los años que pasó allí, así como las referencias a la ciudad en alguna de sus obras (concretamente en Emma Bath aparece sutilmente despreciado).
Sin embargo, es muy probable que la novela Persuasión se inspirase en un momento de su vida correspondiente a esa época. Jane Austen nunca se casó, pero eso no quita que existan rumores acerca de posibles escarceos amorosos. Uno de estos rumores cuenta que mientras residía en Bath, la familia solía ir a la costa todos los veranos, y fue en una de estas vacaciones cuando Jane conoció a un hombre que se enamoró de ella. Al partir, decidieron volver a verse, pero las siguientes noticias que tuvieron de él fueron que había muerto.
Del estilo narrativo de Jane Austen poco tengo que decir yo que no hayan dicho ya los expertos. Aparte de que me ciega la admiración por la autora, por lo que seguramente mi artículo no sea para nada objetivo.
La ironía y el sarcasmo empleados en sus textos son exquisitos. La crítica a la sociedad del momento, implícita en cada uno de sus libros (al menos en los libros que yo he leído de ella, porque, reconozco, estoy lejos de ser una experta en el tema), es inmejorable. Por medio de las relaciones entre los personajes, de las situaciones dadas en los libros y de los propios personajes en sí, Jane Austen nos retrata la vida de finales del siglo XVIII y principios del XIX de tal forma que nos sentimos parte de esa época.
Hay un párrafo de Orgullo y Prejuicio en el que esa crítica a la sociedad es perfectamente tangible:
Esta última intervención citada, correspondiente a Elizabeth Bennet, esconde, creo yo, la opinión que Jane Austen tenía respecto a las mujeres de su época. Relacionando esto a su propia educación (recordemos que fue su padre el encargado de instruirlas a ella y a su hermana) y a otro pasaje de este libro en el que Lizzy le espeta a Lady Catherine que ellas jamás han tenido una institutriz en casa, podemos decir que Jane defendía una educación más libre para la mujer.—Una mujer debe tener cabal conocimiento de la música, el canto, el dibujo,
el baile y las lenguas modernas para merecer que se le llame instruida; y,
además de todo eso, ha de poseer algo indecible en su aire, en su modo de andar,
en el tono de su voz, en su trato y en sus expresiones; de otro modo la
calificación no la merecerá sino a medias.
—Todo eso debe poseer —añadió
Darcy—, y a todo ello hay que sumar algo más sustancial, como es el desarrollo
de su inteligencia por medio de una lectura abundante.
—No me extraña
entonces que solo conozca usted seis mujeres completas. Antes bien, me admira
que conozca usted una sola
Existen ciertas similitudes en todos los libros de Jane Austen.
El peso de la novela recae siempre sobre las mujeres, y suelen ser estas protagonistas mujeres fuertes y autónomas en la medida de lo posible. Anne Elliot, en Persuasion sigue soltera a una edad en la que, en esa época, lo normal era estar casada, Elinor Dashwood, en Sentido y Sensibilidad, puede decirse que adquiere el papel de “cabeza de familia” cuando su madre, sus hermanas y ella deben mudarse, y Emma Woodhouse, de Emma, le asegura a su amiga Harriet que ella no se casará a menos que esté realmente enamorada.
Hay que mencionar también que todas estas heroínas tienen un crecimiento que es palpable a medida que avanza el libro. Son capaces de madurar y comprender sus errores y, habitualmente, de hacer algo para remediarlos. De no ser así, Lizzy no hubiera aceptar sus sentimientos por el señor Darcy o Emma jamás hubiese comprendido el amor que sentía hacia el señor Knightley.
Suele haber siempre en casi todas sus novelas un personaje que, como digo yo, parece manta pero no abriga. El bueno a simple vista que en realidad resulta no ser tan bueno. Wickham en Orgullo y Prejuicio, Willoughby en Sentido y Sensibilidad e incluso Frank Churchill en Emma, aunque este último en menor medida, porque, en el fondo, no es malvado de la forma que los otros lo son (quizás no soy muy objetiva, porque reconozco que a Frank le cogí un cariño especial), aunque sí es verdad no juega del todo limpio y “esconde” un secreto.
Y de la misma forma que he mencionado a las mujeres independientes y a los hombres “malvados”, hay que destacar también a esos personajes caricaturizados a los que Jane nos tiene acostumbrados. La señora Bennet (Orgullo y Prejuicio) es un buen ejemplo de esto: su obsesión por casar a sus hijas con buenos partidos roza lo ridículo (aquí tenemos otra crítica a la sociedad del momento). Otros personajes que pueden encajar dentro de este rol son el señor Collins (también deOrgullo y Prejuicio) o la señorita Bates, de Emma.
Estas no son las únicas similitudes que podemos sacar de sus libros, pero dejo el debate abierto para que vosotros me dejéis también vuestras opiniones al respecto. Como ya he dicho anteriormente, aún me queda mucho para ser una experta en Jane Austen (os habréis fijado que dos de sus obras apenas las mencione de pasada (Mansfield Park y La abadía de Northanger) pero aún no he tenido la oportunidad de leerlas y no quería hablar de ellas a la ligera) y seguramente que vuestras aportaciones me serán muy instructivas.
Y ya para terminar con el artículo querría añadir que siempre le estaré agradecida a la persona que me recomendó leer Orgullo y Prejuicio, porque gracias a eso he conocido a una escritora que ocupa uno de los primeros puestos en mi lista de favoritos.
Artículo escrito por Gemuca
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